martes, 26 de julio de 2011

EL QUE SE PICA PIERDE

Siempre que en reuniones de amigos a alguien se le ocurría rayar a un amigo, y este respondía de una manera inapropiada, todos hacían la gran chacotada gritando a voz en cuello “El que se pica pierde”, incluso esto enfurecía a quien estaba siendo atacado molestándose por lo que en algunos casos era cierto, en esa relación de grupos de amigos, se decía también que para estar en la onda hay que tener dos camisas: una para atacar y la otra para aguantar; lamentablemente no tenemos esas dos camisas o sólo usamos la que nos conviene.

Esta vieja práctica de antaño y que aún se mantiene entre reuniones de amigos pareciera que la han adoptado algunos que por motivos de algún rallón están siendo aludidos y estos a su vez reaccionando de manera inapropiada tratando de contrarrestar incluso con la hasta fuerza, gritando, escribiendo improperios y llegando a amenazas con cierto grado de violencia. Lamentablemente el proceder de estas personas está siendo monitoreada por otros y que por razones valederas o no, consideran su derecho a emitir un criterio de lo bueno o malo, especialmente de lo malo que se está haciendo, y con mayor fuerza atacando a los políticos de turno.

¿Que tendrían que hacer entonces mis estimados amigos? Antes que reaccionar de forma violenta, sepan ordenar la casa, hacer el bien, cumplir con los postulados que propusieron en sus campañas, velar por el bienestar de sus conciudadanos, que su trabajo se vea reflejado en la satisfacción de la comunidad. Antes no existían los recursos de la internet, la inmediatez de la comunicación y la participación activa de la gente en busca de obras en beneficio de su sector; la gente simplemente se quejaba, y con un par de cuentos se callaban las voces, hoy existen una infinidad de recursos altamente tecnológicos y se puede propagar las cosas buenas y las malas, pero las malas se difunden con mayor profundidad. Entonces, antes de sentirse aludidos y molestos por lo que comenten acerca de vuestra gestión como personajes públicos debe entender que la gente ya no cree en las viejas prácticas, lo palpable debe estar a la vista, no cometer atropellos, estar junto al pueblo ya no es simplemente buscar al niño pequeño y tomarlo en brazos y sacarse una fotografía, no es abrazar al más desposeído y sonreír a la cámara. Ahora es hacer una gran obra con todos los requerimientos legales y honestos, propagarla a los cuatro vientos, que la gente sienta que ha cambiado su estilo de vida, que pueden disfrutar de lo que tiene cerca de ellos y que puede agradecer a quien lo hizo.

No obstante las redes sociales se encargarán de propagar supremamente ese hecho, y lo calificarán, lo comentarán, es más dirán la forma en que se debió hacerlo, porque ahora esta generación tiene experiencia en el consumo político, su opinión cuenta porque se lo están diciendo a sus amigos y estos a los amigos de los amigos, y seguirá propagándose su comentario. Esto es lo que los entendidos llaman el ”Social Media”

martes, 12 de julio de 2011

EL PRECIO QUE HAY QUE PAGAR

Todo tiene un precio, es el adagio que reza en cualquier comentario cuando sucede algo sea esto bueno o malo, para obtenerlo en la vida existen sacrificios, ya que detrás de los logros hay una cantidad de acciones que se han forjado para conseguir lo que se necesita para llegar el bienestar; no obstante en nuestra provincia con la obtención de la calidad de provincia # 24, los frutos han sido innumerables, pero consigo han venido a subrayarse y porque no decirlo hasta agudizarse los problemas. Si antes el asfaltado de las calles era un problema, no era emergente, nuestra comunidad estaba un tanto acostumbrada a caminar por las calles polvosas como en los pueblos del interior, y decíamos que mucho dependíamos de los gobiernos de turno que no atendían nuestros requerimientos, incluso llegábamos a pensar que vivíamos en un sitio como arrinconados y por eso no nos miraban desde el punto de vista político, nuestra cultura era esa, pensar que otros debían hacer las cosas, ahora esta situación está cambiando para bien.


Con la lucha por la provincialización llegamos a estar en la mira de muchos, con buenas y malas intenciones, han llegado de distintas partes como repitiéndose la historia de hace algunas décadas atrás cuando sonó el boom del petróleo. Llegaron desde otras provincias y de los países vecinos, pero los tiempos de antes como dicen los abuelos no son iguales a los de ahora, esto ha generado una ola de cosas inéditas que no se veían y que las mirábamos en los canales de televisión porque sucedían en otras ciudades, ahora estamos a la orden del día con el secuestro, el robo, el ataque armado y que más tendremos que ver para que ya no nos asombre lo sucedido. Aquí me lleva a la reflexión la famosa “teoría del caos” que consiste en el reordenamiento de las cosas producto de la irrupción de nuevos preceptos producto del modernismo, el rompimiento de barreras de todo orden y axiomas que seguro son el precio de ser una nueva provincia, y es que el caos no consiste en que cunda el pánico y corramos como locos sin cesar, sino de aprender a mirar con objetividad lo sucedido, reflexionar sobre lo que vendrá, porque seguro ocurrirán peores cosas como lo sucedido el lunes 27 en el tranquilo y apacible barrio de Las Acacias, porque aún está en mi retina la calles polvosas de este barrio y que el Alcalde tuvo la iniciativa de atender y luego de esto… Ocurrió el suceso.


Esto no quiere decir que por cada obra ocurrirá algo malo, de ninguna manera, esto es fortuito porque pudo pasar en otro lugar, algo que me refiero es que si no atendemos al proceso de cambio, la planificación de acciones conjuntas con autoridades, líderes barriales, policía veedurías ciudadanas, etc., para atender urgentemente a la situación y atacarla de frente, la inseguridad está haciendo presa de nuestra provincia y sólo preguntarle a unas cuantas personas podremos saber que hay una muy profunda preocupación por lo que está sucediendo. Tener en cuenta el mal que está causando esto ahora que las cosas pueden ser atendidas con decisión firme y no nos convirtamos en la sede oficial de los malandrines y después no podamos erradicar el mal porque se convertirá en un cáncer terminal.