Aunque se trate de un tema muy profundo en su análisis, y amplio en el esquema, intentaré resumir aspectos para que nuestro respetable lector pueda reflexionar sobre esta propuesta. El tema cultural se remonta siglo XVIII en Europa, y es tratado desde varios aspectos: el económico, donde la cultura se vincula al mercado y al consumo y por aquí no hemos aportado mucho que digamos, ya que seguimos estando en el limbo porque no producimos productos que nos identifiquen y no consumimos sino aquellos que en general en todos los sitios del país se venden.
El humano, donde la cultura juega un papel de cohesión social, de autoestima, creatividad, memoria histórica, etc., pero ojo seguimos haciendo las mismas cosas que cuando éramos tres cantones, no hemos hecho conciencia de lo importante que representa para el ciudadano común ser provincia y tener un capital como es la ciudad de Santa Elena.
El patrimonial, en el cual se encuentran las actividades y políticas públicas orientadas a la conservación, restauración, puesta en valor, uso social de los bienes patrimoniales, etc., en este aspecto también tenemos pobres o insipientes elementos que aporten a su cultura, por ejemplo tener un museo que hable sobre el petróleo que durante décadas se explotó en nuestro territorio.
La evolución de la cultura.- Para comprender la evolución cultural partamos de los orígenes de la cultura y esta se remonta también a la civilización que denota orden político (cualidades de civismo, cortesía y sabiduría administrativa), lo opuesto era considerado barbarie y salvajismo. Este concepto se va articulando con la idea de la superioridad de la civilización que era algo externo, racional, universal y progresista, mientras que cultura estaba referida al espíritu, a las tradiciones locales, al territorio.
Se dice que el término se tomó de Cicerón quien metafóricamente había escrito la cultura animi (cultivo del alma). Kultur implicaba una progresión personal hacia la perfección espiritual.
Antropológicamente cultura se asociaba básicamente a las artes, la religión y las costumbres. Recién hacia mediados del siglo XX, el concepto de cultura se amplía a una visión más humanista, relacionada con el desarrollo intelectual o espiritual de un individuo, que incluía todas las actividades, características y los intereses de un pueblo.
Aunque existen diversas definiciones, en general, todas coinciden en que cultura es lo que le da vida al ser humano: sus tradiciones, costumbres, fiestas, conocimiento, creencias, moral. Se podría decir que la cultura tiene varias dimensiones y funciones sociales, que generan:
a. Un modo de vivir,
b. Cohesión social,
c. Creación de riqueza y empleo,
d. Equilibrio territorial.
El cambio y evolución del pensamiento se ve reflejado en esta declaración, realizada por expertos de la UNESCO que en los años 90 la defiende como la causa de la indivisibilidad de la cultura y el desarrollo, entendido no sólo en términos de crecimiento económico, sino también como medio de acceder a una existencia intelectual, afectiva, moral y espiritual satisfactoria. Este desarrollo puede definirse como “un conjunto de capacidades que permite a grupos, comunidades y naciones proyectar su futuro de manera integrada”
Ahora bien, en que nos compete todo este breve análisis histórico, y su propia evolución, en el sentido en que nuestra provincia ha tenido su historia y que hemos sido protagonistas de hechos que tienen que ver con la economía nacional, una prueba fehaciente es la del petróleo, que desde los inicios de la explotación de los pozos dio cabida a personas no sólo del interior del país sino del extranjero, donde de alguna manera se vio la incidencia de otras culturas. Particularmente vi como muchos trabajadores y especialmente los dirigentes petroleros lucharon por conseguir un mejor bienestar para el gremio. Este boom petrolero dio paso a nuestras raíces que todavía nos preciamos los peninsulares de tener en nuestra tierra el “oro negro”. Otra de las fuentes de productividad es la pesca que a muchos de nuestros pueblos les ha dado una identidad, también tenemos la sal, y qué decir de la agricultura. Así podríamos mencionar muchas fuentes de riqueza indiscutible en la que nuestra península ha sido protagonista.
Sin embargo en nuestra idiosincrasia hemos visto con una paciencia inmutable que otros vengan a forjar emprendimientos y con mucho éxito en nuestras tierras, y es que esto no es pecado, el verdadero equívoco es que nos sentemos en el sillón de la comodidad y nada hagamos para ser protagonistas de nuestro futuro. Siempre sigo que todos los años celebramos las fiestas patronales o de desarrollo político, pero nada aportamos a nuestra cultura, donde incluso los visitantes ingresan a nuestra provincia, dejan importantes sumas de dinero, hay mucha diversión algarabía pero nada de aporte a evolución cultural. Y en este contexto si no tenemos una identidad cultural, no nos respetarán, pensarán que nuestra tierra es para hacer lo que les plazca porque no existen determinaciones culturales que marquen un procedimiento adecuado.
Me voy a referir a algunos tópicos: La gente sigue caminando por las calles y no por las veredas como si fuéramos el pueblo de antes, el irrespeto a las señales de tránsito es otro causal, en los barrios les importa poco el aseo de su acera, el chisme y el cuento es el pan de cada día, en los restaurantes no ofrecen un verdadero servicio al cliente, en los mercados se manipulan los productos en las aceras y en las calles para venderlos, los productos que se venden no inspiran a nuestra idiosincrasia, sino ser productos extranjeros, por último las tricimotos invaden las calles de nuestra provincia, y para colmo de males, pensamos que eso está bien para nuestra cultura. Mientras en otras ciudades modernas no se permiten sino en los sectores periféricos.
Y sobre esto las autoridades qué han hecho para generar una identidad, ¿acaso la creación de los símbolos como el escudo y la bandera bastan?, ¿acaso un tríptico que promocione la visita de sitios turísticos?; estamos a las puertas de la temporada de verano, y los visitantes entrarán, su estadía será corta pero significativa para los ingresos de los comerciantes, pero nada de esto aporta a nuestra identidad.
Es imperativo que todos nos juntemos a plantear ideas, proyectos y verdaderas propuestas para construir nuestra imagen de cara hacia la demanda turística que es nuestra mejor carta de productividad. Yo por mi parte propongo que desde la escuela se ensayen, canticos, bailes típicos donde se muestra cultura, se hagan concursos de pintura para entender mejor nuestra historia, exposiciones de pintura, que se creen platos típicos que con orgullo se preparen en nuestras zonas para los visitantes.
En las aulas universitarias o en los medios de comunicación se hagan conversatorios encontrar las raíces de nuestra cultura que ha sido matizada por el ingreso de muchos foráneos, pero eso no es malo, al contrario nos proyecta con perspectivas desde otras culturas para crear la nuestra muy propia y adecuada para que de una manera determinada nos identifiquen, y nos proyecten como el verdadero pueblo que somos, el del emprendimiento, el del desarrollo el de apego a los principios y valores, del trabajo fecundo y tesonero. Es decir que de nuestra gente salgan verdaderas propuestas para generar nuestra verdadera identidad cultural. Entonces empezaríamos a creer más en nuestra gente, en amar más a nuestra tierra, respetar a nuestro semejante y defender lo que por herencia nos pertenece, nuestra evolución cultural como verdadera peninsular.
El humano, donde la cultura juega un papel de cohesión social, de autoestima, creatividad, memoria histórica, etc., pero ojo seguimos haciendo las mismas cosas que cuando éramos tres cantones, no hemos hecho conciencia de lo importante que representa para el ciudadano común ser provincia y tener un capital como es la ciudad de Santa Elena.
El patrimonial, en el cual se encuentran las actividades y políticas públicas orientadas a la conservación, restauración, puesta en valor, uso social de los bienes patrimoniales, etc., en este aspecto también tenemos pobres o insipientes elementos que aporten a su cultura, por ejemplo tener un museo que hable sobre el petróleo que durante décadas se explotó en nuestro territorio.
La evolución de la cultura.- Para comprender la evolución cultural partamos de los orígenes de la cultura y esta se remonta también a la civilización que denota orden político (cualidades de civismo, cortesía y sabiduría administrativa), lo opuesto era considerado barbarie y salvajismo. Este concepto se va articulando con la idea de la superioridad de la civilización que era algo externo, racional, universal y progresista, mientras que cultura estaba referida al espíritu, a las tradiciones locales, al territorio.
Se dice que el término se tomó de Cicerón quien metafóricamente había escrito la cultura animi (cultivo del alma). Kultur implicaba una progresión personal hacia la perfección espiritual.
Antropológicamente cultura se asociaba básicamente a las artes, la religión y las costumbres. Recién hacia mediados del siglo XX, el concepto de cultura se amplía a una visión más humanista, relacionada con el desarrollo intelectual o espiritual de un individuo, que incluía todas las actividades, características y los intereses de un pueblo.
Aunque existen diversas definiciones, en general, todas coinciden en que cultura es lo que le da vida al ser humano: sus tradiciones, costumbres, fiestas, conocimiento, creencias, moral. Se podría decir que la cultura tiene varias dimensiones y funciones sociales, que generan:
a. Un modo de vivir,
b. Cohesión social,
c. Creación de riqueza y empleo,
d. Equilibrio territorial.
El cambio y evolución del pensamiento se ve reflejado en esta declaración, realizada por expertos de la UNESCO que en los años 90 la defiende como la causa de la indivisibilidad de la cultura y el desarrollo, entendido no sólo en términos de crecimiento económico, sino también como medio de acceder a una existencia intelectual, afectiva, moral y espiritual satisfactoria. Este desarrollo puede definirse como “un conjunto de capacidades que permite a grupos, comunidades y naciones proyectar su futuro de manera integrada”
Ahora bien, en que nos compete todo este breve análisis histórico, y su propia evolución, en el sentido en que nuestra provincia ha tenido su historia y que hemos sido protagonistas de hechos que tienen que ver con la economía nacional, una prueba fehaciente es la del petróleo, que desde los inicios de la explotación de los pozos dio cabida a personas no sólo del interior del país sino del extranjero, donde de alguna manera se vio la incidencia de otras culturas. Particularmente vi como muchos trabajadores y especialmente los dirigentes petroleros lucharon por conseguir un mejor bienestar para el gremio. Este boom petrolero dio paso a nuestras raíces que todavía nos preciamos los peninsulares de tener en nuestra tierra el “oro negro”. Otra de las fuentes de productividad es la pesca que a muchos de nuestros pueblos les ha dado una identidad, también tenemos la sal, y qué decir de la agricultura. Así podríamos mencionar muchas fuentes de riqueza indiscutible en la que nuestra península ha sido protagonista.
Sin embargo en nuestra idiosincrasia hemos visto con una paciencia inmutable que otros vengan a forjar emprendimientos y con mucho éxito en nuestras tierras, y es que esto no es pecado, el verdadero equívoco es que nos sentemos en el sillón de la comodidad y nada hagamos para ser protagonistas de nuestro futuro. Siempre sigo que todos los años celebramos las fiestas patronales o de desarrollo político, pero nada aportamos a nuestra cultura, donde incluso los visitantes ingresan a nuestra provincia, dejan importantes sumas de dinero, hay mucha diversión algarabía pero nada de aporte a evolución cultural. Y en este contexto si no tenemos una identidad cultural, no nos respetarán, pensarán que nuestra tierra es para hacer lo que les plazca porque no existen determinaciones culturales que marquen un procedimiento adecuado.
Me voy a referir a algunos tópicos: La gente sigue caminando por las calles y no por las veredas como si fuéramos el pueblo de antes, el irrespeto a las señales de tránsito es otro causal, en los barrios les importa poco el aseo de su acera, el chisme y el cuento es el pan de cada día, en los restaurantes no ofrecen un verdadero servicio al cliente, en los mercados se manipulan los productos en las aceras y en las calles para venderlos, los productos que se venden no inspiran a nuestra idiosincrasia, sino ser productos extranjeros, por último las tricimotos invaden las calles de nuestra provincia, y para colmo de males, pensamos que eso está bien para nuestra cultura. Mientras en otras ciudades modernas no se permiten sino en los sectores periféricos.
Y sobre esto las autoridades qué han hecho para generar una identidad, ¿acaso la creación de los símbolos como el escudo y la bandera bastan?, ¿acaso un tríptico que promocione la visita de sitios turísticos?; estamos a las puertas de la temporada de verano, y los visitantes entrarán, su estadía será corta pero significativa para los ingresos de los comerciantes, pero nada de esto aporta a nuestra identidad.
Es imperativo que todos nos juntemos a plantear ideas, proyectos y verdaderas propuestas para construir nuestra imagen de cara hacia la demanda turística que es nuestra mejor carta de productividad. Yo por mi parte propongo que desde la escuela se ensayen, canticos, bailes típicos donde se muestra cultura, se hagan concursos de pintura para entender mejor nuestra historia, exposiciones de pintura, que se creen platos típicos que con orgullo se preparen en nuestras zonas para los visitantes.
En las aulas universitarias o en los medios de comunicación se hagan conversatorios encontrar las raíces de nuestra cultura que ha sido matizada por el ingreso de muchos foráneos, pero eso no es malo, al contrario nos proyecta con perspectivas desde otras culturas para crear la nuestra muy propia y adecuada para que de una manera determinada nos identifiquen, y nos proyecten como el verdadero pueblo que somos, el del emprendimiento, el del desarrollo el de apego a los principios y valores, del trabajo fecundo y tesonero. Es decir que de nuestra gente salgan verdaderas propuestas para generar nuestra verdadera identidad cultural. Entonces empezaríamos a creer más en nuestra gente, en amar más a nuestra tierra, respetar a nuestro semejante y defender lo que por herencia nos pertenece, nuestra evolución cultural como verdadera peninsular.
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